7 de julio de 2009

Iuve (Epílogo): Adiós a todas. Os hecharemos de menos

(Nota: Es eteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerno)

Iuve
Epílogo: Adiós a todas. Os hecharemos de menos.
Por Haru Ruka Anirox Kohaku

-Yû-kun… -Me cogió la mano y la acarició suavemente. La sentí con un poco de miedo. Era tan cálida…

Le miré a los ojos. A sus ojos marrones. También miré su corto pelo, que se movía con la ligera brisa que soplaba. Su pelo negro azabache.

Era exactamente el aspecto de cualquier chica japonesa de su edad. Perfectamente… normal.

Tragué saliva ante esa palabra. “Normal”. Aún no me había acostumbrado del todo a aquella palabra.

-Quizás no estés preparado aún… -Dijo ella, con algo de miedo. Me había quedado sumido en mis pensamientos, y casi no me acordaba de que estaba aferrando mi mano. Le solté con delicadeza y miré al suelo. A las cinco tumbas que teníamos ante nosotros.

En las tumbas, rezaban sus nombres.

Lyllum Majorette. Shizuku Watakana. Ayuko Vuolufu. Himeko Hiruyo. Ruka Fujimara

Mi mirada se detuvo un poco más de tiempo en el nombre de Shizuku Watakana. También contemplé más tiempo su fotografía fúnebre que el de las demás. Aunque estaba en blanco y negro, se notaba. Cualquiera hubiera podido adivinar que su pelo era de un rubio claro, casi tocando el blanco, y sus ojos rojos como la sangre. Aunque así era solo como salían en la fotografía. Lo cierto es que yo nunca había llegado a descubrir el color verdadero de sus ojos. Había tantas cosas que no había llegado a saber… solo de ella, sino también de las otras cuatro.

Unas imágenes pasaron por mi mente. Yo llegando tarde al instituto. Una limusina en la puerta de la enorme mansión. Cinco chicas saliendo del coche. Mi mirada fija en una chica rubia, que se protegía totalmente del sol con un paraguas negro y un vestido al más puro estilo gothic-lolita cubriéndole el resto del cuerpo. La mano con la que sujetaba el paraguas estaba cubierta por un fino guante, también negro. Sus ojos, color miel, vigilando de un lado a otro. Una chica de pelo largo y negro diciéndole algo, posiblemente que debía entrar. La rubia asintiendo. Las cuatro chicas entrando a la casa. Unos ojos rojos como la sangre mirándome fijamente, los ojos de la chica de pelo largo y flequillo y coleta teñidos de un rojo tan intenso como sus ojos y el vestido que llevaba.

Volví de golpe a la realidad, al presente, con una nota de la voz de Fuura.

-¿Yûto? –Preguntó. Su mirada estaba llena de miedo, como si temiera haber hecho algo malo-. De verdad creo que… a lo mejor… bueno, si no estás preparado no pasa nada…

Negué con la cabeza.

-Tranquila, Fuura –Le dije, dándole la mano-. Estoy preparado. Solo es que quiero esperar a que llegue Nee-chan…

-¿Y, además…? –Fue capaz de oír las palabras que yo no había llegado a pronunciar.

-Y además… esto me parece tan… irreal… Hacer un funeral a alguien que no está muerto… A alguien inmortal… -Le expliqué.

Ella agachó la mirada, arrepentida.

-Lo siento de verdad, Yû-kun… -Susurró, con los ojos llenos de lágrimas-. Yo… pensaba que sería una buena idea… Han pasado tres años desde que se fueron, pero tú aún no has podido olvidarlas. Se esforzaron en hacer que su desaparición fuera lo más… humana posible… Tú sabías que iba a pasar… Todos los que estábamos en el ajo sabíamos que esto acabaría por pasar…

-Era algo natural, nadie podía evitar que pasara.

Esa voz familiar me hizo darme la vuelta. Ahí estaba. Con su pelo largo color oro y sus ojos marrones, inusualmente vestida de negro, aunque seguía notándose su buena figura. Misato-chan. Mi querida Misato-nee-chan.

-¿Por qué solo estáis vosotros dos aquí, tortolitos? –Preguntó-. ¿No se supone que es un “último adiós”? ¿No habíamos invitado a todos?

-Bueno… -Dije-. Ten en cuenta que solo a los que sabíamos su “secreto”, todos los demás ya lo hicieron el día del funeral de verdad.

Misato suspiró.

-Ya, pero eso significa que había alguna gente más que nosotros tres. Los gemelos, Learen-san… y hasta la directora lo sabía también. ¿Por qué solo habéis venido Fuura y tú?

-Bueno, Misato-chan… -Le dijo la débil voz de Fuura-. Ten en cuenta que ellos… Sí, conocían el secreto y ayudaron a guardarlo. Y también eran amigos de las chicas. Pero solo nosotros entablamos una fuerte amistad con ellas.

Amistad… esa palabra me golpeó en la frente como un salmón crudo. Eso no era del todo cierto. Inconscientemente, pasé mi mano libre por mis labios. La imagen de Ayuko y yo en el comedor apareció en mi mente.

-Bueno… -Dijo Misato, interrumpiendo mis recuerdos-. No creo que llegue más gente, así que, aunque seamos pocos, creo que podemos proceder –Avanzó un paso, poniéndose justo en el medio de las tres tumbas. Enfrente de la tumba de Ayuko, puesto que las lápidas estaban ordenadas en orden de edad cuando “murieron”-. Sabemos que esto no tiene mucho sentido –Comenzó-, pero no podíamos dejarlo tal cual. Nosotros, Fuura Katsu, Yûto Maewara y Misato Maewara, estamos aquí para deciros unas últimas palabras. Sabemos que no las oiréis, y también sabemos que han pasado ya tres años desde que nos dejasteis. Pero, aunque para vuestras inmorales vidas, los dos años que pasasteis con nosotras no fuera más que un momento, y nuestra compañía algo normal, queremos que sepáis que vosotras, chicas de la mansión Majorette, habéis dejado huella. Le disteis vida a este pequeño pueblo de Ryûmoto, y también nos disteis un hogar y unas amistades inigualables. Os queremos dar las gracias y este último adiós. Diría que deseo que nos encontremos en la otra vida, pero sé que eso no va a ser, puesto que vosotras nunca llegaréis allí. Eso es todo lo que yo tengo que decir.

Me asombró el tono serio de la voz de mi hermana. Normalmente, solía ser más alegre.

Misato retrocedió, y ahora fue Fuura quien avanzó, tras soltar mi mano.

-Yo no tengo tanto que decir como Misato-chan, porque no sé expresarme tan bien. Yo tampoco os conocí tanto, y no estuve tanto tiempo con vosotras, pero os doy las gracias por todo lo que hicisteis por mí. Cuando no tenía hogar, me acogisteis. Cuándo no tenía comida, me alimentasteis. Y me confiasteis vuestro secreto. Muchas gracias, chicas. Y hasta siempre.

Mi novia retrocedió y me cedió el turno. Yo me adelanté y miré a la fotografía que tenía delante de mí. La foto de Ayuko, mostrando su pelo cortado como si fuera un chico, y su camisa que hacía que la gente se preguntase si ella en realidad era una chica. La mejor amiga que había tenido nunca.

-Em… -Balbuceé. Tragué saliva y seguí miré fijamente el nombre. Ayuko Vuolufu-. Muchas gracias. Muchas gracias por estos dos años, por los buenos servicios y por vuestra amistad. Sé que me costó mucho trabajo entablarla con Ruka y Shizuku, y sobre todo por Himeko, porque nunca hablabas. Me hubiera gustado mucho que hubieras sido más expresiva, porque pude ver que la gente no miente cuando dice que los ángeles tienen una voz preciosa. Recuerdo el primer encuentro que tuve con Ruka. Siento que mi olor te hiciera eso, de verdad. Pero también es verdad que los demonios no sois tan horribles como aparentáis. Con Lyllum no tuve problema ninguno, a pesar de lo raro que me pareció al principio. Me explicó lo que erais cada una y yo lo ingerí como si fuera lo más normal del mundo. Con Ayuko solo tuve problemas al principio, ¿recuerdas? Fue horrible, pero muy divertido después. Aunque un par de veces tuviste que protegerme cambiando de forma… De verdad que lo siento, solo sé causar problemas.

Miré ahora a la foto de Shizuku. Le contemplé los ojos largo rato.

-Y, Shizuku… Hay tantas cosas que nunca hablamos… Al principio, creía que me tenías manía, pero luego Lyllum y Ayuko me explicaron lo que te ocurría. Me dijeron que tú, de entre todos los vampiros que habían conocido, era la más… sedienta. Me dijeron que era extraño, puesto que los vampiros transformados no nacen con el gen que les crea adicción a la sangre humana y era extraño que los tuyos fueran tan potentes. Me explicaron el horrendo esfuerzo que tenías que hacer cada vez que olías mi sangre. De verdad que siento que por eso nos distanciáramos tanto. Pero una cosa sí te quería decir, Shizuku Watakana –Tragué saliva otra vez y me incliné, mirando siempre hacia la foto de Shizuku. Intenté olvidar que Fuura y Misato estaban allí-. Te amo. Te amo y siempre te amé. Verdad es que también amo a Fuura. Pero me enamoré de ti el mismo día que llegaste a este pequeño pueblo. Sé que amarte ya no tiene sentido, porque nunca jamás te volveré a ver, pero te amo. Gracias por todo este tiempo.

Me puse en pie de nuevo y miré a todas las fotografías.

-Eso es todo. Adiós a todas, os echaremos de menos.

Volví a mi sitio originar y tomé la mano de Fuura, quién me miró a los ojos unos minutos. Aunque yo ya no la veía, estaba mirando a Misato, quien colocaba una flor en cada tumba.

-Lo siento, chicos, me tengo que ir… Os dejo solos –Dijo mi hermana, al acabar. Y se fue por el mismo camino por el que había venido.

-Lo siento…

Fuura negó con la cabeza y me miró, sonriente.

-Se notaba a la legua, Yûto. No sabes disimular –Me dijo. Me avergonzó el hecho de que era verdad. De repente, soltó una risita.

-¿Qué te hace tanta gracia? –Pregunté.

-Es que… ¿sabes qué? –La sonrisa de su cara se había agrandado-. Shizuku una vez me dijo… “Parece algo idiota, pero… ¿Prometes no decírselo a nadie?” Yo le dije que sí, claro, y ella me confesó… “Amo a Yûto”

Me quedé congelado en el sitio durante dos segundos. El viento sopló un par de veces y un par de mechones castaños de mi pelo me taparon los ojos unos instantes. Fuura se levantó con los dedos de los pies para besarme.

-Me vuelvo a casa. Tómate tu tiempo –Me dijo, y ella también se fue.

Pocos minutos después, yo también me fui. Justo cuando estaba saliendo, oí unas risas femeninas y noté una extraña presencia. Me giré, pero vi a nadie.

Serían imaginaciones mías…

1 comentario:

  1. En fin, una pequeña explicación...

    Esto lo escribí ayer por la noche, tras volver de comprar. Es el epílogo de la novela que ni siquiera he empezado (la tengo en el otro ordenador y la voy a rehacer).

    Entonces... ¿¡nos acabas de chafar el final!? Pues sí, algo así, pero esa era la idea ;D. No sé, será que soy así de especial, pero me gusta que me den el final más o menos resuelto e ir descubriendo como llega hasta allí la cosa.

    Qué más... Bueno, sí, que han cambiado muchísimas cosas desde el principio. Esta novela empezó porque me aburría y empecé a hacer Miis en la Wii. Lo único que no ha cambiado es el aspecto y el nombre de algunos personajes. Yûto ha pasado por nombres como Ryû, Kyû-kun, o Yûsaku (empecé a escribir en la era viciada a ToraDora!, entendedme...). Misato no ha cambiado el nombre. Y sí, es como el nombre de la Misato de Evangelion, porque la idea es que Misato y Misato son, si no iguales, muy parecidas. Otro cambio es que, por ejemplo, Fuura la creé ayer sobre la marcha, mientras escribía.

    Otro dan cambio que dio la novela fue la historia. Al principio iba a ser más a lo Crepúsculo: Chico ama vampiresa, vampiresa ama a chico, "oh, no, nuestro amor es imposible" cursilada, cursilada, cursilada. Luego empecé a darle más importancia a Ayuko y a Ruka, personajes que me encantan, y a trabajar un poquito más a Himeko (que es clavada a Yuki Nagato). Lyllum no ha cambiado demasiado, y Shizuku da un gran cambio durante toda la novela.

    Aún así, creo que sige pareciéndose demasiado a Crepúsculo... Bueno, qué mas da :D.

    Y eso es todo por ahora, os dejo en paz, que ya habréis leído suficiente con el testamento que es la entrada (cinco páginas de Word) y mi testamento de comentario xD.

    Chaaos!

    ResponderEliminar